¿En una crisis? Llama o envía un mensaje al 988

Inicio / Nuestras Historias

A través del lente de la conexión: la historia de Cara sobre cómo aceptar su diagnóstico y encontrar apoyo a través de la terapia

"La conexión humana real es la mejor terapia".

historia escrita

Comparte tu experiencia con el estigma.

Siempre he luchado contra la depresión, aunque me llevó 20 años aceptar que era algo más que “sentirme un poco deprimido”. Tengo características atípicas, por lo que todavía puedo disfrutar de pasatiempos y actividades sociales, pero en los últimos dos años, ha pasado factura a mi relación y mi funcionamiento diario. Me he estado aislando y ansiando conectarme, pero no he podido acercarme y hablar sobre lo que he estado pasando. Paso mucho tiempo en casa, sin centrarme en formas de promover mi carrera como fotógrafo y escritor independiente, sino distrayéndome con “tareas y responsabilidades de la vida” (es decir, reparaciones de automóviles, limpieza, organización, cuidado de los gatos, etc.) y perder el tiempo posponiendo las cosas viendo películas y televisión.

Las enfermedades mentales son hereditarias en mi familia y puedo hablar muy abiertamente sobre las luchas de mi madre y sus enfermedades, lo más importante siendo voluntaria como instructora para la clase de familia a familia de la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales. Pero aceptar plenamente la enfermedad mental dentro de mí ha sido extremadamente difícil. Solía ​​​​escribir un diario cuando era adolescente y visité terapeutas en el pasado, pero nada se mantuvo y nada realmente me ayudó a sentirme mucho mejor. Como adulta, no había tenido seguro y no quería pagar las sesiones de terapia de mi bolsillo, así que simplemente superé los sentimientos negativos. Debido a las características atípicas de mi depresión, nunca sentí que tenía un “problema real” porque todavía podía levantarme de la cama todas las mañanas y aun así ir a trabajar y aún podía divertirme y reír cuando se presentaba la ocasión. Además, tengo experiencia en psicología y pensé con seguridad que podría diagnosticarme yo mismo si fuera necesario.

Pero debido a la enfermedad de mi madre, siempre me dije a mí mismo que nunca quise ser como ella, nunca terminar como ella, que estaba más sana y era más capaz de cuidar de mí misma. Lo cual en cierto modo es cierto, pero me impidió obtener ayuda y hablar hasta ahora. Aprendo rápido cuando se trata del problema de otra persona, pero aprendo muy lentamente cuando se trata de mí mismo. Negar, negar, negar. Los síntomas más debilitantes de mi depresión son la indecisión y la procrastinación, las comparaciones con los demás y castigarme por no estar a la altura de mis propias expectativas de lo que quiero que sea mi vida. La hierba siempre es más verde, por así decirlo.

¿Cómo superaste esta experiencia?

Recientemente comencé a ver a un terapeuta y he sido mucho más activo en la búsqueda de conexiones y formas de ser visto a través de las palabras de los demás. Me uní a un grupo de lectura, hago recreo al aire libre con regularidad y soy voluntaria en causas que me apasionan. Y lo más importante, estoy empezando a confiar en mí mismo, a confiar en el proceso, a no apresurarme ni a castigarme por no saber siempre la respuesta o ser perfecto. Estoy tratando de reducir mis expectativas (esto es muy difícil) y estoy aprendiendo mejores formas de comunicarme de manera efectiva, ya sea sobre mis sentimientos o sobre no reaccionar negativamente a los estímulos externos.

Ayude a otros compartiendo un mensaje breve y positivo.

Habla con alguien sobre lo que estás sintiendo. La conexión humana real es la mejor terapia.